Río revuelto

Ojos cansados. Ah, son las partículas PM 2.5. O los artefactos, hasta cierto punto adictivos, de la era digital (Sherry Turkle, profesora del MIT, escribió un libro que se llama Alone Together. El Pew Research Center concluyó que 46% de las personas encuestadas [muestra de 2 000] no pueden vivir sin su smartphone). O los ojos de siempre, o la contaminación, o los subibajas y desengaños recientes.

No. Son solo lágrimas, sal chiquita, una tras otra, pero queman cuando duelen.

Fotografías

No importa cuántas saque, porque todas serán distintas. Si no es la luz ―tan lejanas la de la mañana y la de la tarde―, será el capricho de las nubes, o el de los rayos juguetones, o el de los verdes infinitos, los inestables azules, las flores que compiten por destacar; la luna, que llena, menguante, nueva o creciente, se asoma con autoridad; el humo, que aclara o difumina las formas; la lluvia, que desnuda y vuelve a vestir el paisaje; los retoños que emergen de la muerte; las piedras que se besan con energías cambiantes, y el agua, el sonido del agua en su cauce, que recorre la tierra como la sangre el cuerpo.

*Foto de la autora.